En sus pinturas aparece constantemente la idea de progreso industrial: la ciudad en pleno crecimiento, construcciones, máquinas en movimiento. Lo que les interesa es la expansión, el crecimiento, los movimientos, no sólo de los objetos, sino también de las ciudades.
La pintura futurista asumió el lenguaje cristalino del Cubismo analítico y las dotes puntillistas del Neo-Impresionismo. Al igual que el Cubismo, introdujo en la pintura una serie de sensaciones separadas. Pero mientras que en el cubismo las sensaciones eran diferentes aspectos de un objeto estático visto con algo de movimiento, en el futurismo el espectador permanece estático y el objeto adquiere movimiento. El "perro de Balla", con diferentes rabos, es ejemplo de esta idea.
El Russolo ejemplifica un concepto del futurismo menos literal, el de "la fuerza en las líneas" como diagramas de energía.
Las pinturas futuristas se parecen a fotografías consecutivas cuyas diferentes imágenes se han superpuesto.
Imágenes:
La ciudad se levanta (Umberto Boccioni)
Caballo y Jintete (Carlo Carrá)
Dinamismo de un perro (Giacomo Balla)
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